Brianne Cullen, una adolescente estadounidense, animadora y de solo 17 años, desarrolló una rara enfermedad pulmonar tras usar vape durante tres años. Aunque muchos creen que el vapeo es una alternativa segura al cigarrillo, su uso está generando afecciones graves como la bronquiolitis obliterante, conocida popularmente como “pulmón de palomitas de maíz”.
¿Qué es el pulmón de palomitas de maíz y cómo se relaciona con el vape?

El término “pulmón de palomitas de maíz” se acuñó en los años 2000 cuando varios trabajadores de una fábrica de palomitas para microondas desarrollaron graves enfermedades pulmonares por inhalar diacetilo, un compuesto utilizado para dar sabor a mantequilla. El mismo químico está presente en muchos líquidos de vapeo. Cuando se calienta e inhala, el diacetilo daña los bronquiolos —las vías más pequeñas del pulmón— provocando inflamación, cicatrización permanente y dificultad para respirar.
La enfermedad, conocida médicamente como bronquiolitis obliterante, es irreversible. No tiene cura. El tratamiento solo puede mitigar los síntomas con esteroides, broncodilatadores o, en casos extremos, un trasplante pulmonar. El daño, una vez hecho, es para siempre.
Aunque el diacetilo está prohibido en los vapes en Europa y Reino Unido, en Estados Unidos y otras regiones aún es legal. A eso se suma el uso extendido de vapes ilegales o no regulados, donde el contenido químico es incierto. Además del diacetilo, otros compuestos como formaldehído y acetaldehído —presentes también en productos de vapeo— pueden generar efectos tóxicos similares en los pulmones.
El caso del adolescente afectado no es único. Ya en 2019, la crisis de EVALI (lesión pulmonar asociada al vapeo) dejó más de 2.800 hospitalizados y 68 muertes en Estados Unidos. En ese brote, el culpable fue el acetato de vitamina E, un aditivo en productos de vapeo de cannabis. Su calentamiento generaba ceteno, un gas letal al ser inhalado.
¿Qué es el pulmón de palomitas de maíz y cómo se relaciona con el vape?
Los sabores dulces como algodón de azúcar, mango o chicle hacen del vapeo una práctica atractiva para adolescentes y adultos jóvenes. Estos aromas se logran mediante químicos aprobados para alimentos, pero no necesariamente para inhalación. Ingerirlos puede ser seguro, pero al calentarlos y convertirlos en aerosol, la historia cambia drásticamente.
El sistema digestivo tiene mecanismos para procesar toxinas. Pero los pulmones, al inhalar, envían esas sustancias químicas directamente al torrente sanguíneo, alcanzando órganos vitales en segundos. Es ahí donde el riesgo se multiplica.
Además, el número de compuestos químicos utilizados en cigarrillos electrónicos supera los 180, muchos de ellos sin estudios sobre su toxicidad cuando se inhalan. Incluso si el diacetilo no está presente, otros sustitutos como la acetoína o la 2,3-pentanodiona pueden tener efectos igual de dañinos.
Un estudio multinacional reciente encontró que los adolescentes que vapean reportan más síntomas respiratorios —tos, dificultad para respirar, sibilancias— incluso si nunca han fumado cigarrillos tradicionales. Algunos sabores, el tipo de nicotina y la frecuencia del uso agravan aún más estos síntomas.
El problema no es solo químico, sino también regulatorio. A diferencia de los productos alimenticios o medicamentos, muchos productos de vapeo no pasan por pruebas rigurosas de seguridad. Y aunque se han mejorado algunas regulaciones en países desarrollados, la proliferación de marcas ilegales hace que el riesgo permanezca latente.
El vapeo puede parecer moderno, limpio y seguro. Pero tras esa nube dulce de vapor, se esconden químicos que no fueron diseñados para estar en nuestros pulmones. Y en muchos casos, el daño solo se ve cuando ya es demasiado tarde.
Referencia: People/High School Cheerleader Left with Deadly Diagnosis’ After Secretly Vaping for 3 Years.